07 octubre, 2007

Amiina

Los bebés islandeses, nada más nacer, no se distinguen de los bebés de cualquier otro lugar del planeta.
Sin embargo, el frío extremo congela la niñez en sus cabezas de forma que, aunque crecen sus cuerpos, siempre queda en su mente la dulzura, el gusto por el juego y la espontaneidad.
¡Amiina es la prueba!


Anoche batimos records de sonrisas ;-)

3 Comments:

Blogger Nemo said...

¡Y el frio extremo tiene más efectos secundarios!: de los dedos de los músicos islandeses salen carámbanos afilados, juguetes de cristal, vientos heladores, llanuras blancas, silencio, auroras boreales, noches transparentes que duran seis meses y crepitar de hogueras...

Estoy oyendo el Cd. Voy a por un jersey y a por el paquete de kleenex.

08 octubre, 2007 07:58  
Blogger lapalo said...

Hay que estar al loro de estas chicas, compañeros...Yo tuve el privilegio de oirlas, y aparte de transportarme a sitios maravillosos, me gustó ver las caras de mis colegitas mientras las oiamos: ojos vidriosos, sonrisa encantada ¡que guapos!

14 octubre, 2007 14:44  
Anonymous Anónimo said...

!Qué pena que algunos nos las perdimos, a pesar de las invitaciones! Ya veo que hay que habrá que estar más al loro!

17 octubre, 2007 22:54  

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