Siento que se me abre el tercer ojo

En la India las personas que tienen alguna inquietud espiritual desarrollan su vida común y corriente hasta la madurez, después toman su atillo y emprenden su viaje iniciático como peregrinos mendicantes para encontrar en esa vida ascética su desarrollo interior.

Creo que es mi momento de ingresar en un monasterio budista, desde donde seguiré escribiendo posts que dejarán a los de MAC como cancioncillas de verano. Cambiaré el nombre de bestiaparda por el de “hermano Iluminator”. Aunque los monjes más ancianos me llamarán “la séptima prueba”, ya sabéis la que va después de beber lava hirviente y antes de lo de levitar apoyado en tus intestinos, que deben dibujar un mandala indescifrable… Solo los que superan todas las pruebas, pueden salir del monasterio para atravesar el desierto descalzos buscando a su hermano y todo eso…

Allí esperaré placidamente a "la de la guadaña", con el objetivo de ofrecerle mi dulce sonrisa y extenderle mi mano amistosa para seguir viaje juntos al Nirvana.

Puesss, va a ser que no… siendo como soy, pienso morderle el gañote y llevarme un cacho, o la guadaña de recuerdo que mola más (¡anda, si es una guadaña de Taramundi!). La tunearé y la retocaré con mi Dremel hasta convertirla en "despronfilador de gastuflas" multiusos, con el que me limpiaré las uñas de los pies, prepararé bocatas de jamón con tomate y montaré archiperres portentosos de utilidad incierta (en ese orden, mismamente).

Sé que esa batalla, al final, no la puedo ganar, pero mientras, la Parka se acordará de mí cuando tenga que recoger su siniestra cosecha con un carrito del "Carreful" que queda un poco patético, y cuando vuelva a por mí preguntará ¿se pueeedeee?

Bueno, cuando me echen del monasterio, parecerá que ha pasado por encima el caballo de Atila… por cierto ¿a que no sabéis cómo se llamaba el caballo de Atila? ¡Pues ya tenéis algo que hacer, coño! ¡Que parecéis de pueblo, palurdos!
Que sí becerros, que se llamaba Othar, que lo tengo que hacer yo todo ¡joder!