El Wendigo. El que camina en el viento

La leyenda de El Wendigo es originaria de las tribus Chippewas, Crees, Montagnais-naskapi, Objiway y Salteux del norte de EEUU y Canadá.
Cuenta la leyenda que El Wendigo es la personificación de la Llamada de la Selva que algunos caminantes perdidos escuchan en los bosques profundos, y le obliga a precipitarse hacia su propia destrucción, mostrando la bestia en la que se puede convertir un ser humano cuando hace caso de dicha llamada.

Criatura misteriosa e indescriptible, se alimenta de musgo y habita en lo más profundo de los bosques más impenetrables. Posee y esclaviza a los que osan adentrarse en la espesura. Su voz aparenta la de los ruidos sutiles del bosque: el viento, un salto de agua, las voces apagadas de los animales... y una vez que el desdichado lo escucha, está perdido, poseido por su espíritu.
Cuentan que cuando lo oyes, no hay posibilidad de error. Te llama por tu propio nombre...
Los puntos más vulnerables son los pies y los ojos; los pies, por el placer de caminar, y los ojos porque gozan de la belleza del bosque. El infeliz caminante poseido por el Wendigo inicia una enloquecida carrera que lo aniquila, viaja a una velocidad tan espantosa, que los ojos le sangran y los pies, debido a la fricción que provoca su tremenda velocidad, le arden hasta que se destruyen y los nuevos que entonces se forman son garras, como las de El.
No siempre anda por el suelo, pues sube tan alto, que piensa que son las estrellas las que le han predido fuego. Otras veces dando enormes saltos, corre por encima de las copas de los árboles hacia su perdición.

¿No habeis escuchado nunca su voz?... yo sí. He sido poseído y aniquilado por El. He corrido con sus ardientes pies de fuego por las copas de los árboles hasta alcanzar el cielo estrellado. Mis ojos sangrantes se han extasiado con la sublime belleza de los bosques... por eso, algunas veces, mis huellas no parecen del todo humanas, ¿no os habeis fijado, verdad...?