Amiina
Los bebés islandeses, nada más nacer, no se distinguen de los bebés de cualquier otro lugar del planeta.
Sin embargo, el frío extremo congela la niñez en sus cabezas de forma que, aunque crecen sus cuerpos, siempre queda en su mente la dulzura, el gusto por el juego y la espontaneidad.
¡Amiina es la prueba!
Anoche batimos records de sonrisas ;-)